Agarre de los neumáticos: ¿cómo funciona?

El agarre o adherencia de los neumáticos es sin duda una de las características más conocidas por los automovilistas, incluso más que el coeficiente de rodadura que influye en el consumo de combustible. Pero, ¿cuáles son los factores que juntos te permiten tener siempre el máximo agarre para conducir con seguridad?

En el siguiente artículo entenderemos por qué un neumático puede tener un agarre diferente incluso después de recorrer algunos kilómetros y cuando el agarre de los neumáticos se reduce al mínimo.

Después de ver cómo hacer que las ruedas duren más, es hora de entender por qué el agarre de los neumáticos, incluso los recién comprados, no depende solo de la goma. Todo esto te ayudará a entender, más a fondo, la importancia de un perfecto estado de salud de tus cubiertas, sin importar el tipo de vehículo que conduces.

Neumáticos y asfalto: el agarre nace a nivel molecular

La elección de neumáticos nuevos siempre debe estar influenciada por la fiabilidad del fabricante y la no menos importante etiqueta energética de los neumáticos. De hecho, es a partir de la etiqueta que el consumidor puede hacerse una idea de la bondad de los neumáticos.

Por ejemplo en mojado, en función de la letra asignada que puede variar de la A a la G. Pero como explican los expertos, el agarre de los neumáticos que interviene durante la aceleración, la frenada y el agarre lateral del coche es fruto de el trabajo de los bloques y laminillas de los neumáticos. Por ejemplo, esto significa que si un neumático sometido a una carga de 1 kg requiere una fuerza de 1 kg sobre una superficie para deslizarse, esta superficie tiene un coeficiente de fricción igual a 1.

Evidentemente, en condiciones reales de conducción es bastante diferente qué ocurre entre el coche y la carretera. Entendemos mejor cómo varía el agarre y cómo prevenir situaciones de emergencia o pérdida de agarre.

Porque la lluvia reduce el agarre de los neumáticos

Cuando los neumáticos ruedan sobre el asfalto, los tacos del neumático se adhieren a las irregularidades de la superficie de la carretera. Esto sucede sin importar si las ruedas son nuevas o viejas, ya que es una característica de las llantas que se conserva con el desgaste.

A nivel microscópico sucede que entre las moléculas de caucho y las moléculas de asfalto en contacto entre sí, se generan enlaces intermoleculares ligados a las fuerzas electroquímicas de van der Waals. Estas fuerzas se reducen progresivamente cuando el asfalto está mojado o llueve.

Pero si el 50% del agarre depende del compuesto, el 50% restante puede variar considerablemente según el tipo y la superficie de la carretera, las condiciones climáticas y el desgaste de la banda de rodadura.

La rugosidad del asfalto condiciona el agarre de los neumáticos

La combinación de estos tres factores crea efectos muy diferentes en el agarre, especialmente en asfaltos macro y micro lisos (es decir, desgastados y con apariencia de espejo). La degradación del rendimiento es menos marcada en asfaltos macrorrugosos altamente drenantes (los más recientes con una apariencia muy gruesa).

En cambio, en mojado, el coeficiente de adherencia del asfalto macro y micro liso desciende hasta quedar como el del hielo. Por eso, en estas condiciones, es recomendable reconocer el asfalto y conducir con más cuidado para no llegar al límite de adherencia en aceleraciones o frenadas bruscas. Menos relevante es el desgaste de la banda de rodadura.