Etiquetado europeo de neumáticos

El etiquetado europeo vigente, aprobado por el Parlamento Europeo en noviembre de 2012, regula la clasificación de neumáticos con un renovado sistema de etiquetas que tiene por objetivo medir la eficiencia de las cubiertas en base a tres aspectos:

  1. la resistencia de la rodadura al asfalto, con lo cual se mide indirectamente el consumo de combustible y la emisión de CO2;
  2. la adherencia a superficies y asfaltos mojados, algo que incide directamente en la seguridad que ofrecen los neumáticos;
  3. el ruido o contaminación acústica del neumático.

Mecánico muestra la etiqueta de neumáticos

Lo que debes saber sobre la etiqueta europea de neumáticos

Los mencionados son tres aspectos informativos básicos y vitales para aumentar la seguridad en las carreteras y reducir el consumo de combustible. Este etiquetado tiene una clara inspiración de las tesis del cambio climático y de fomentar el respeto medioambiental, además de ofrecer al consumidor información fundamental a la hora de conocer el rendimiento que ofrecerán los neumáticos en el momento de su compra.

Para medir los diferentes rasgos en los tres elementos a analizar se realizan toda una serie de pruebas que corren a cargo de los propios fabricantes partiendo de una meticulosa metodología que queda regulada en la propia legislación de 2012. Además, estos etiquetados son revisados por entidades especializadas independientes que ratifican que el etiquetado asignado por las marcas es el correcto.

Este etiquetado será de obligada visibilidad a la hora de la compra y deberá aparecer pegado sobre cada uno de los neumáticos, además de en los documentos de compra, tanto si se realiza en una tienda física como en una tienda online.

Hay una serie de factores que, en aras de simplificar el etiquetado y debido a la inexistencia de métodos precisos, no se han introducido dentro del nuevo sistema de etiquetado europeo. Es el caso de la durabilidad del neumático, al que le influyen toda una serie de condicionantes que se salen fuera del control del etiquetado.

Algo similar ocurre con la adherencia del vehículo en asfalto seco, nevado y a la hora de tomar curvas en mojado, que tampoco se han introducido en la etiqueta europea.

La etiqueta europea de los neumáticos

¿A qué tipo de neumático se dirige a cuáles no?

Este nuevo sistema de etiquetado afecta a todos aquellos neumáticos utilizados en turismos, vehículos 4x4 o SUV y Crossover, camiones y camionetas, autobuses y autocares. Es por ello que al resto de neumáticos no se les aplicará la citada normativa europea.

Es el caso de todos aquellos neumáticos recauchutados, los empleados para la competición, neumáticos con clavos o los neumáticos cuyo código de velocidad sea menor a 80 kilómetros por hora.

Etiquetado europeo: resistencia de la rodadura

La resistencia de la rodadura o también conocida como la resistencia al rodamiento es la fuerza que se opone al giro natural del neumático. Una fuerza que ejerce el peso del vehículo sobre el neumático y frente al asfalto. A mayor resistencia, mayor energía consume el neumático y el vehículo, lo cual se traduce en un mayor desgaste del neumático y, sobre todo, en mayor consumo de combustible por parte del vehículo.

Este consumo es el que queda representado en la primera de las partes del etiquetado que va desde los de Clase A hasta la Clase G, consideradas como las de menor consumo y las de mayor consumo, respectivamente. De hecho, entre un neumático de la clase A y uno de la G hay una diferencia de consumo del 7,5%. Es decir, de cada 200 litros de combustible, uno de clase G consume 15 litros más de gasolina, a lo que hay que sumar la mayor cantidad de CO2 emitidas por parte de los de clase G.

Etiquetado europeo: adherencia en mojado

Este segundo aspecto de los tres que se marcan en la etiqueta europea es el que más relacionado se encuentra con la seguridad. El etiquetado va desde la clasificación A (un índice de 1,55), neumáticos con menor distancia de frenado, hasta la clase F (índice de 1,09) para los neumáticos con mayor distancia de frenado y, por ende, más inseguros.

Entre ambas letras hay un 30% de diferencia en la distancia de frenado en mojado lo que traducido en metros supondría 18 metros de distancia en una frenada en mojado a una velocidad de 80 kilómetros por hora. Una diferencia a tener en cuenta en materia de seguridad.

Sin embargo, conviene matizar que en la frenada sobre mojado de un vehículo inciden otra serie de condicionantes más allá del etiquetado del neumático. Se trata de cuestiones como el estado de los discos y pastillas de freno, la presión indebida de los neumáticos, el estado de la amortiguación, la correcta alineación de las ruedas o la calidad del líquido de frenos, entre otros aspectos.

Etiquetado europeo: ruido de los neumáticos

Con el objetivo de luchar contra la contaminación acústica instalada sobre todo en grandes ciudades y a grandes velocidades en las autopistas y autovías, el etiquetado europeo clasifica como tercer y último campo el ruido exterior que emite la rodadura.

Un ruido que por debajo de 50 kilómetros por hora queda en segundo plano por el ruido que emite el motor. Sin embargo, a una velocidad superior a esta los neumáticos generan una contaminación acústica que se mide utilizando de estándar un vehículo a 80 kilómetros por hora y se plasma en el etiquetado en tres niveles de ondas negras.

  • Una onda negra: Se trata del volumen idóneo de un neumático y del nivel más bajo de contaminación acústica que existe. La rodadura emite un sonido de 3 decibelios por debajo del permitido en la última normativa de noviembre 2016.
  • Dos ondas negras: se trata de un nivel de emisión medio, el cual cumple con la normativa europea y con la última normativa de 2016.
  • Tres ondas negras: Se aplica a los neumáticos que mayor emiten un mayor nivel de contaminación acústica. Pese a que cumplen con la normativa europea (sino no podrían comercializarse) exceden el nivel máximo de decibelios permitido por la normativa de 2016.