Como conductores tenemos la obligación de estar muy pendientes del cuidado de los neumáticos y reaccionar con rapidez si vemos que están agrietados o que tienen fisuras.
Si se da el caso, lo que tenemos que hacer es sustituirlos con rapidez porque corremos el riesgo de sufrir un accidente. Con unas ruedas tan deterioradas se pierde adherencia y aumenta el riesgo de sufrir un reventón.
Es una cuestión de seguridad. Por lo tanto, no nos queda más remedio que aprender a medir el grado de desgaste de nuestros neumáticos y a poner límite a su envejecimiento.
No es lo mismo desgaste que envejecimiento. El desgaste tiene que ver con la profundidad del dibujo. Cuando los neumáticos son nuevos la ranura es muy profunda, pero según pasan los kilómetros la profundidad disminuye.
En el momento en el que la banda de rodadura se ponga al nivel del testigo de desgaste, no habrá vuelta atrás, será necesario cambiar el neumático.
El envejecimiento es otra cosa, no tiene que ver con el desgaste, sino con la edad. Pasados 10 años desde su fabricación, no se debería montar ningún juego de neumáticos aunque estuviera sin estrenar, puesto que con el paso del tiempo la goma va cambiando y llega un momento en el que su uso es contraproducente.
Que el periodo máximo de vida sea de 10 años no implica que necesariamente todas las ruedas tengan que cumplirlo. Hay factores que pueden acelerar el proceso de deterioro. Este es el caso de las condiciones meteorológicas.
En poblaciones en las que hace mucho frío o mucho calor sufren más que en otras de clima más benigno.
También es importante la forma de almacenamiento. Perjudica a su estado que haya demasiada humedad, luz o el contacto con disolventes.
Y por supuesto, es determinante el uso que se dé a los neumáticos. Si están montados en vehículos que habitualmente llevan cargas muy pesadas, la velocidad del deterioro aumenta.
Algo que también sucede cuando el cuidado de los neumáticos no es el adecuado porque el conductor no vigila la presión.
El tipo de conducción es igualmente determinante: cuando es muy agresiva las ruedas se degradan a mayor velocidad.
Tener claro si están en buen estado no resulta excesivamente complicado, muchas veces basta con echar una mirada a la profundidad del dibujo.
Aunque para tener una mayor certeza de la situación, se recomienda desmontar una de las cuatro ruedas para comprobar cómo se encuentran la banda de rodadura, el flanco y los hombros.
El cuidado de los neumáticos es trascendental. A partir de los 5 años hay que hacer revisiones periódicas y a los 10 la sustitución es obligatoria aunque aparentemente se encuentren en buen estado. Es una cuestión de seguridad.