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Edad y conducción

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La edad y la conducción tienen una relación muy directa, y a pesar de que la ley en España no establece límites en este sentido, sería bueno que tanto los conductores mayores como sus familiares antepusieran la seguridad y la responsabilidad a cualquier otra prioridad.

Es algo que todos debemos tener en cuenta, sobre todo, los centros de reconocimiento de conductores, a los que hay que exigir la máxima efectividad. No se trata de prohibir a nadie el ejercicio de la conducción, sino de asegurarnos de que quien se pone delante de un volante se encuentra en plenitud de facultades.

Obviamente, hoy la calidad de vida es considerablemente mejor que hace un siglo y las personas llegan a la edad madura en unas condiciones mucho mejores. Por lo tanto, no tendrían sentido las restricciones que imponía el código de la circulación de 1934, que impedía llevar un coche a partir de los 65 años. Es obvio que en 2018 son muchas las personas que a los 65 o 70 años son aptos para conducir.

Lo que sí procede es que en el ámbito familiar todos actuemos con responsabilidad y que, según se vayan cumpliendo años, ofrezcamos consejos de conducción bien intencionados a nuestros mayores.

Consejos de conducción a nuestros mayores

No es lo mismo utilizar el coche para desplazarse por una ciudad pequeña que ponerse en carretera de noche o durante el día en verano a las horas que más aprieta el calor. Conforme avanza la edad, resulta más complicado hacer frente a las situaciones de fatiga.

Edad y conducción no siempre casan bien, a medida que cumples años, vas perdiendo facultades.

Y llega un momento en el que determinados conductores tardan demasiados segundos para colocar el espejo retrovisor o para girar la cabeza. También provoca complicaciones la rigidez de los músculos que se encuentran en la zona del cuello.

La pérdida de reflejos acarrea otros problemas. Por ejemplo, que a la hora de frenar se reacciona mucho más tarde. Y los segundos o fracciones de segundo de retraso pueden acabar siendo letales. Tampoco resulta fácil la entrada y salida de las plazas de aparcamiento, la conducción en las intersecciones o la incorporación a las vías.

Y a partir de determinadas horas resulta especialmente peligroso ponerse ante el volante porque con el envejecimiento disminuye la agudeza visual y aumenta la probabilidad de que los conductores no reaccionen de una forma idónea. Por lo tanto, desde Muchoneumático queremos hacer un llamamiento a la sensatez y a la responsabilidad de todos los ciudadanos que, según van cumpliendo años, deben ir pensando en que el momento de dejar de conducir se acerca.

A los 85 años el coche no debe ser la prioridad, es mucho más apropiado optar por el transporte público. Con esos años, la edad y la conducción pueden ser manifiestamente incompatibles.

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